sábado, 8 de junio de 2013

Canibal


Intentaba correr, evitarla, pero el olor de su piel me hacía desconectar de mis sentidos humanos, sabía que si continuaba en ese lugar me transformaría, pero no podía evitar querer llevarla conmigo.

Ella, aún sabiendo lo que ocurriría, aceptó la oferta de acompañarme a otra parte, no titubeaba, no preguntaba, como si no temiera de mi.


- Una de mis mejores presas 


Me dije a mi mismo, estaba más que seguro que disfrutaría cada bocado. Llegamos a aquel lugar oscuro y húmedo, mi territorio, ella ya sabía que su vida peligraba, pero no mostraba ninguna señal de miedo o debilidad.

El ambiente, el olor de su piel, su mirada y la poca luz que dibujaba su silueta me transformaron, me había desprendido de mi forma humana, ya no había vuelta atrás, era la hora de mi cena, hora de que la ley de la naturaleza fuera puesta en acción, el más débil es el alimento del más fuerte.

Tenía todo ganado, estaba a punto de devorarla cuando algo extraño ocurrió; ella se comenzó a transformar, estaba jugando mi juego en mi contra, había caído en su trampa, el juego era comer o ser comido, y esta vez, por primera vez en el ciclo de mi vida, yo estaba a punto de ser la víctima.

Temí, pero no le iba a dejar ganar tan fácil, esto era una batalla de supervivencia, una intensa batalla en la cual ambos nos devoramos y caímos al abismo de la muerte.

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